La Convertibilidad que Viene

Argentina, como tantas veces en su historia, presenta un complejo problema monetario con ataqudolares sucesivos a su moneda nacional.

¿En qué reposa el valor de una moneda? Nadie puede dudar: la capacidad de producción.

El dinero es un instrumento, solo eso. Como instrumento incluye una capacidad para representar y lo que representa es la riqueza que las personas utilizan a diario para vivir sus vidas. Como los mecanismos de intercambio de cosas pueden ser traumáticos, imagínese un huevero queriendo adquirir un piso en Palermo, el dinero que resuelve esos problemas aparece como mejor opción para el traslado de riquezas.

Pero, ¿cómo es posible que una persona pueda confiar en la capacidad portante de riqueza que tiene el numerario de un país? Para eso utiliza datos de la realidad y comportamiento de las personas que también tratan de entender los datos de la realidad. Es para estas circunstancias que las personas, con mayor o menor instrucción en estos temas monetarios, observan si el país crece o no en su producción, si el país acumula o no reservas, y si los flujos son consistentes. Reflejo de estos fenómenos serán los precios, la ocupación de las personas, y los tipos más significativos: el de cambio y el de interés.

Argentina sufre inflación anual de más de dos dígitos, la cuenta corriente es negativa, los tipos de interés son insoportablemente altos, y el tipo de cambio empieza a empatarle a la inflación.

¿La tormenta perfecta?

Se podría pensar en simular cómo decide un inversor. Pues bien, este señor siempre decide de acuerdo a sus expectativas las cuáles las compone en acuerdo a indicadores de eficiencia como puede ser la Tasa Interna de Retorno (TIR). Dicha tasa es una raíz de un polinomio que equilibra todos los ingresos con todos los egresos. A medida que más ingresos que egresos tiene ese polinomio resulta que la ganancia es mayor y la TIR la replica. Los  ingresos provienen de las ventas y los egresos de la inversión, costos operativos y costos financieros. Pues bien, en el contexto argentina ¿podría pensar nuestro empresario que podrá vender a precios razonables? Si se considera que las paritarias están cerrando a un 15% contra una expectativa de inflación del 20%, nuestro empresario creerá que venderá menos, no más. A su vez, con los tipos de interés en 30% anual para la administración del Estado, los costos financieros crecerán hasta llegar a las nubes obligando a un empresario a invertir solo si utiliza su dinero el cuál, como es costumbre, se encuentra dolarizado. ¿Venderá entonces nuestro empresario sus dólares para invertir en una empresa donde lo probable es que venda menos? Claramente no y, si eso sucede, la producción se mantendrá o caerá. Si cae la producción, la capacidad portante del valor que lleva consigo el dinero disminuye y, con ello, su valor. El peso entonces se deprecia frente a otras monedas y el dólar es otra de ellas. Como efecto de ello las reservas caen y la cuenta corriente invita a que se importe más que lo que se exporta. La fuga pasa a ser más moneda corriente que el mismo peso y, con todo esto, la tormenta arreciará nuestras tierras.

¿Qué hacer?

Si las medidas económicas con moneda flotante no producen efecto, dos salidas, primas hermanas, es lo que la economía puede ofrecer: convertibilidad o dolarización.dc3b3lar-paralelo-y-de-convertibilidad

La convertibilidad fue conocida por Argentina, habiendo sucedido siete veces con epílogos muy conocidos.

¿La convertibilidad puede devolver confianza a nuestra Argentina y alinear las expectativas para poder ordenar el crecimiento en Argentina? La respuesta es sí, claramente.

Lo que debiera saberse es que esa convertibilidad tiene que incluir fecha de conclusión volviendo a la flotación en el momento donde las variables se estabilizan y las máquinas vuelven a entrar en calor. Sin embargo, la memoria argentina es muy crítica de la convertibilidad pero no de los funcionarios que la destruyeron, funcionarios que rotan incesantemente por el poder ejecutivo como una calesita.

Argentina podría convertir 1 en 25 y tratar de afrontarlo con instrumentos de aplicación productiva y legal.

La alternativa es la dolarización.

Difícil es decir con palabras el daño a la matriz productiva de Argentina que podría llevar consigo semejante medida. La dolarización crece los costos productivos quitando sistemáticamente competitividad al país en momentos donde Trump piensa en un EEUU fuerte.

 Argentina no es Panamá, ni Ecuador, ni Puerto Rico, ya que su estructura social, cultural y productiva cuenta con potencialidades convergentes con moneda propia y no ajena. Sin embargo, si el daño perdura y la ciudadanía no perdona a la convertibilidad de pecados que no le son propios, el futuro viene verde, verde no por brotes verdes sino por una moneda que valora patriotas de un país que no es el nuestro.

 

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